Una vez tratado uno de los puntos de vista de alguien que consideró como cuestiones inherentes política y lenguaje, pasaremos a estudiar la degradación[este término no ha sido ideado por nosotras, sino que es una copia del fragmento de un título perteneciente al libro sobre el que se fundamenta esta entrada, La política vernácula: nacionalismo, multiculturalismo y ciudadanía de Hill Kymlicka] a la que se puede ver expuesto un idioma. Con esta entrada intentaremos responder a la pregunta con la que iniciamos la anterior (¿Qué debe ocurrir cuando un pueblo abandona su lengua y adopta totalmente un idioma extranjero?), que no fue muy bien abordada en la misma.
El objeto de nuestro análisis descansa en el modo en el que afecta la construcción nacional a las minorías. Según el escritor canadiense Hill Kymlicka «el proceso de construcción nacional privilegia ineludiblemente a los miembros de la cultura mayoritaria». A su vez afirma que «si una sociedad moderna tiene una lengua “oficial” en el más amplio sentido del término, es decir, una lengua y una cultura patrocinadas, inculcadas y definidas por el Estado; una lengua y una cultura en la que operan tanto la economía como el Estado, es obviamente una inmensa ventaja para las personas que posean esa lengua y esa cultura. Los hablantes de otras lenguas se encuentran en distintos grados de desventaja.»
Aplicando esto a nuestra realidad social, Kymlicka dictaminaría la ventaja del castellano sobre las demás lenguas oficiales de España.
Pero su discurso no se detiene aquí, el escritor canadiense plantea la necesidad de las culturas minoritarias de hacer frente a este hecho; pues «si todas las instituciones públicas operan en otra lengua, las minorías se enfrentan al peligro de verse marginadas respecto de las principales instituciones económicas, académicas y políticas de esa sociedad.»
«Como medio para solucionar esto», aparte de la injusticia creada por los intentos de la mayoría para imponer una homogeneidad lingüística, «las minorías nacionales pueden necesitar políticas lingüísticas de amplio alcance».
Estas políticas lingüísticas de las que habla Hill Kymlicka son las que ya poseen las comunidades españolas con más de una lengua oficial, de las que también se ha hablado anteriormente en nuestro trabajo.
Ahora bien, para dar un tono de pluralidad a esta entrada conviene introducir afirmaciones de otro escritor que trate este mismo tema. Hablamos del catedrático español Enrique Bernárdez. En su libro ¿Qué son las lenguas? trata este mismo tema enfocado al caso español, particularmente al vasco.
Según Enrique Bernárdez hemos de intentar recuperar a las lenguas del avance hacia la desaparición. Como bien apunta, el caso del vasco constituye un asunto especial; pues «es un idioma complicado, de modo que es necesaria alguna motivación extra para conseguirlo».
Para ello, propone la necesidad de «hacer obligatoria la enseñanza del vasco en su territorio, igual que es obligatoria la enseñanza de la química o las matemáticas, ya que la lengua es parte de la cultura, de la identidad étnica e histórica». (Este tema ya ha sido tratado por nosotras, desde el punto de vista de la obligatoriedad del estudio del idioma propio de la comunidad sacrificando o no con ello el estudio del castellano).
Bernárdez afirma que «para reforzar, impulsar, revitalizar o resucitar una lengua es preciso introducir su enseñanza en la escuela, en todos los niveles, como asignatura fundamental; hay que establecer incentivos para que la use la gente en todas las situaciones posibles, incluso, a veces, con medidas coercitivas. […] Es necesario también promover el uso en los medios de comunicación».
Todas estas medidas son muy correctas y efectivas, y por ello ya se han llevado a cabo en nuestras comunidades bilingües, con el fin de hacer convivir en la igualdad a su respectiva lengua oficial con el castellano.
Pero Bernárdez va más allá, también habla de la «entremezcla (del bilingüismo) con problemas políticos, ideológicos y hasta racistas (sobretodo en el caso del euskera)». Con esto quiere referirse a la igualación que, según él, algunos hacen del vasco con la banda terrorista ETA y sus bestialidades.
Así, el catedrático afirma en su libro que «mientras esa barbarie no desaparezca, el futuro del euskera seguirá siendo sospechoso.»
Nosotras, por nuestra parte, asumimos que exista una minoría que vincule la lengua vasca con la banda terrorista, pero no compartimos esta idea. Para finalizar esta entrada nada mejor que una gran frase que incluye Enrique Bernárdez al final del capítulo 4 de ¿Qué son las lenguas?
«Confiemos en que los máximos enemigos de esta antigua lengua acaben por entrar alguna vez en razón»
viernes, 23 de mayo de 2008
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