jueves, 17 de abril de 2008

¿Castellano o español?

En esta entrada vamos a adentrarnos en la polémica existente en torno a la denominación de nuestra lengua, cuyos tintes políticos nos muestran como necesario el profundizar en esta cuestión.
Al comenzar nuestra búsqueda de la designación más correcta consultamos el Diccionario Panhispánico de Dudas que nos ofrece la página web de la Real Academia Española (www.rae.es).
Según ésta, lo más apropiado sería hablar de español, pues además de ser la lengua común de España también lo es de muchas naciones de América. Además, nos aconseja utilizar castellano únicamente para referirnos al dialecto romántico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media; o bien, cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos. Aún así estos dos términos (castellano y español) son sinónimos.

En la información que nos ofrece la Academia se da por superada la polémica que nosotras pretendemos tratar; pero si examinamos este tema tomándolo desde otras fuentes podemos comprobar que hoy en día se sigue cuestionando la validez de estos términos.

Según Alejandro Mena y Linares «las lenguas son objeto de manipulación política, ya que forman parte de ese conjunto de características que conforman el alma de un pueblo». Atendiendo a esta afirmación, podemos citar diversas opiniones con relación al tema tratado, provenientes de diferentes ilustrados de la lengua y que nos ayudarán a comprender mejor esta disputa.

Primeramente hemos de recordar (como ya vimos en la entrada anterior) que el artículo 3 de la Constitución Española dicta que «el castellano es la lengua oficial del Estado Español». La Constitución habla de castellano pero hemos de subrayar que ésta regula únicamente el territorio español por lo que el término no da lugar a la confusión con los territorios de Hispanoamérica.

El mexicano Sergio Zamora, quien escribe en su página web La lengua española, también le dedica un artículo a este enfrentamiento. Para él «el término español no es admitido por los muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco». Además se atreve a aventurar que «tanto derecho como tenemos los españoles en llamar castellano a nuestra lengua, lo tienen argentinos, venezolanos, mexicanos o panameños de calificarla como argentina, venezolana, mexicana y panameña. » Al mismo tiempo, apunta que «esto podría significar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por número de hablantes ocupa el tercer lugar entre las lenguas del mundo, el español

Para finalizar con nuestro discurso nos gustaría mencionar algunas alusiones al tema que estamos tratando, las cuáles se dieron en el II Congreso Internacional de la Lengua celebrado en Valladolid en 2001 (el último tuvo lugar en Colombia el año pasado). En este evento Camilo José Cela dio lugar a un debate sobre cómo denominar nuestro idioma advirtiendo sobre el peligro de la pérdida de «cierta idea» de la lengua. Además, el escritor arremetió contra los que «se avergüenzan de hablar del español y, en lugar de llamarlo por su nombre, prefieren decirle castellano».

En este debate catedráticos y escritores mostraron sus diferentes impresiones.
Por ejemplo Jon Juaristi, el director del Instituto Cervantes, dijo considerar la confrontación «español-castellano» como un «problema que se plantea sobre todo en el ámbito del nacionalismo catalán y vasco, así que no me gustaría convertirlo en un nuevo motivo de enfrentamiento. Entre los nacionalistas, paradójicamente, oigo a veces los mismos argumentos a los detractores de un término y a los de otro. Yo prefiero hablar de español, y además, como director del Cervantes, lo correcto es que diga español».

La autora de Azul, Rosa Regàs, recuerda que a ella le enseñaron en el colegio Lengua Castellana y así lo fue repitiendo. Pero aún así dice «no ver motivos para que alguien se avergüence de decir Lengua Española».

Por tanto, queda claro, y así nos lo hace ver también el escritor Amado Alonso en su libro Castellano, español, idioma nacional: Historia espiritual de tres nombres; que la denominación del español puede tener distintas connotaciones según desde el punto de vista analizado. Estas variaciones pueden derivar tanto de asuntos políticos como de cultura, o bien de lejanía de territorios; pero no hemos de despreciar ninguno de los términos pues cada uno puede ser apropiado para un determinado momento.

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