Continuamos el desarrollo de nuestro trabajo explicando ahora otra de las lenguas propias de nuestra nación: el catalán.
Esta lengua galorrománica se formó entre los siglos VIII y X en las tierras del Imperio carolingio que formaban los condados de la Marca Hispánica.
Más tarde (siglos XII y XIII) se extendió hacia el este y el sur de la península gracias a las conquistas territoriales de la corona de Aragón, así, la frontera lingüística quedó establecida al final del reinado de Jaime I.
La novela de caballerías Tirant lo Blanch contribuyó a la difusión de la literatura catalana, en la que también destacaron poetas como Ramón Llull y Ausias March.
Sin embargo, la lengua catalana perdió popularidad durante el siglo XVIII quedando relegada a un segundo plano. Podemos decir que esto se debió en parte al surgimiento de la Real Academia y al objetivo principal por el que fue creada: cultivar y difundir una sola lengua que le dotase de prestigio al Siglo de las luces.
Como consecuencia, la producción literaria catalana se debilitó extremadamente, sin embargo el catalán no llegó a desaparecer como lengua porque se mantuvo en el uso oral, asentado firmemente entre los habitantes del este peninsular.
La ideología romántica de finales del siglo XVIII y, sobre todo, el Nacionalismo del XIX contribuyeron a la recuperación de la lengua catalana. En este periodo, llamado habitualmente Renaixença, se publicaron nuevas obras literarias como Llàgrimes de viudesa de MiquelAnton Martí, y también se produjeron periódicos escritos exclusivamente en catalán.
A principios del siglo XX, Enric Prat de la Riba fundó el Instituto de Estudios Catalanes (en catalán: Institut d'Estudis Catalans), una institución cultural privada que cumple la función de Academia de la lengua catalana.
La utilización de esta lengua se vio nuevamente truncada con el estallido de la Guerra Civil y, posteriormente, con el establecimiento de la dictadura franquista, la cual sobrevaloraba al castellano por encima de todas las demás lenguas propias de las distintas comunidades españolas.
Con la llegada de la Democracia, la Constitución de 1978 reconoce a la lengua catalana como cooficial junto con el castellano en Cataluña, Baleares y Comunidad Valenciana, además, actualmente también se habla catalán en algunas zonas fronterizas de Aragón, en Alguer (Cerdeña), Rosellón (sur de Francia), y en Andorra, donde es oficial.
La difusión del catalán, como la de sus dialectos (payarés, tortosino, valenciano, ribagorzano), es defendida y potenciada por su uso desde la enseñanza, la administración y los medios de comunicación.
Todos nosotros, como ciudadanos pertenecientes a una misma nación, debemos conocer y respetar la utilización de esta lengua para enriquecer culturalmente el conjunto de la sociedad.
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